sábado, 20 de abril de 2013

Crítica: MotorStorm Pacific Rift



Carreras salvajes en el paraíso

MotorStorm Pacific Rift salió a finales de 2008 para PlayStation 3, un año después de la primera entrega de la serie, y supone más de lo mismo en nuevos terrenos, pero con algunos añadidos interesantes.

En el primer MotorStorm los paisajes eran desérticos  emplazados en Monument Valley, una zona de Colorado caracterizada por su poca vida natural; pero en Pacific Rift todo toma color y la acción se desplaza a islas paradisíacas, llenas de vida, y aparece el agua como nuevo elemento de los escenarios.

El juego se estructura como si se tratase de un festival, y divide las pruebas en circuitos de cuatro tipo: Tierra, Agua, Fuego y Aire. Esta clasificación de terrenos incide en la conducción, de manera que en los circuitos del elemento fuego se atraviesan zonas volcánicas, y el propio el fuego hace que el vehículo se recaliente y casi no podamos usar el turbo, sin embargo en las acuáticas se produce el efecto contrario, el vehículo se enfría y el turbo dura más. En total, presenta 16 circuitos, frente a 10 de la primera entrega. Se han añadido nuevos tipos de carreras, aparte de las tradicionales, como las eliminatorias (en las que el último se va eliminando cada 12 segundos), carreras con un límite de destrozos y retos de tiempos.

Los vehículos se agrupan por categorías: motos, quads, buggies, coches de rally, rancheras, 4x4, camiones y Monster Trucks (que son la novedad). Ahora por fin se nos dice algo de las estadísticas de cada grupo de vehículos referentes a la velocidad, el manejo, la dureza y demás. Pero aun así, no dice nada sobre cual va mejor por cada terreno, ni tampoco hay indicaciones en el escenario como en el anterior, que había señales para dirigir por donde deberían ir las motos o los camiones, por ejemplo. Eso sí, los que van por donde no deben, ahora realmente corren menos, ya que antes básicamente patinaban. Hay una tónica general a reducir los apelotonamientos, muy presentes en su antecesor, con lo que en cierto modo pierde en espectacularidad y emoción.



En el menú de selección de los vehículos se han simplificado las cosas, ahora no se muestra el modelado en 3D, sino un sprite, con lo que reducen mucho los tiempos de carga presentes en el anterior. La mayoría de los vehículos ya son conocidos, así que quizás debido al poco tiempo de desarrollo que hay entre uno y otro les haya hecho optar por trabajar más los escenarios a fondo en lugar de los vehículos, que al fin y al cabo se manejarían parecidos entre ellos.

No obstante, se han pulido cosas, como el control y la reaccion de las motos y los camiones, que ya no son esos tentetiesos que parecían antaño. Eso sí, los quads siguen funcionando a su manera, y prueba de ello es que siguen siendo los menos usados.

Hablando del apartado técnico del juego me sigo quitando el sombrero con la saga. Los vehículos están modelados a la perfección, y son una suma de piezas, no un bloque unitario. Esto se puede apreciar en los magníficos choques y explosiones, en los que se desarman por completo, o poco a poco, según haya sido el golpe. Las propias explosiones también se han facilitado y ya hacen falta choques menos catastróficos para verlas.

Los escenarios son una auténtica pasada, por enormes y muy detallados. Las diferentes zonas de estas islas paradisíacas le aportan mucha variedad, se ven desde paisajes rocosos, a otros mucha vegetación, pero también construcciones humanas abandonadas e incluso otros que pasas de una zona volcánica a otra de arboles otoñales en cuestión de metros y sin que desentone. La verdad es que los circuitos me han ido sorprendiendo cada uno más que el anterior.



Sin salir de este apartado, otro elemento que está muy logrado es el de los efectos atmosféricos, porque las carreras se van desarrollando a diferentes horas del día, y la luz y el color no son siempre los mismos. Además, el trabajo de las sombras de los árboles y las zonas tapadas por montañas es muy notable. La cámara, por su parte no es fija del todo, sino que ha cambiado y se producen momentos en los que se abre o cierra a la misma vez que el ancho del circuito para presentar al jugador ciertas panorámicas muy chulas.

El apartado sonoro también ha ganado, gracias a que se ha ampliado la lista de canciones con respecto al anterior. La banda sonora compuesta por una selección de canciones rockeras y electrónicas licenciadas que acompañan muy bien la acción. De todas formas, en la configuración por defecto del juego, la música tiene poca presencia y pasa muy desapercibida, así que hay que ir a los ajustes de audio y subir el volumen. El apartado de los FX también está muy trabajado, tanto para los motores como para los golpes.

Este juego merece con creces que se hable de su dificultad. Al igual que el anterior, se divide en dos partes, una fácil para tomar contacto con los circuitos y aprendérselos, y una segunda realmente difícil en la que normalmente se va en desventaja. En muy pocas ocasiones se puede elegir el tipo de vehículo con el que correr, lo asigna el juego; así que la desventaja es del estilo de tratarse de una carrera eliminatoria e ir con un camión contra 12 motos, contando con que el camión no acelera mucho y va constantemente el último; o también del estilo de ir con una moto y competir contra 10 Monster Trucks que espachurran al mínimo contacto.



Ganar no depende solo de la habilidad, sino de cómo se desarrolle la carrera, porque suele ocurrir que vas bien en la carrera y de repente llega un mastodonte por otra ruta y te arrolla de improviso, y entonces ves cómo ante ti, y sin que puedas hacer nada, pasan unos 7 u 8 coches. Tiene una dificultad que muchas veces no es justa, pero es que juega con la adrenalina y la incertidumbre para darle emoción.

Es el juego de carreras más difícil que haya pasado por mis manos. Y es que son difíciles hasta los trofeos, como uno que pide atropellar a 10 pilotos fuera de su vehículo. Gran parte de su dificultad también reside en que hay que seguir tirando de la milenaria técnica de “prueba y error” para averiguar cuál es el vehículo idóneo para la carrera, porque aunque se indican los parámetros de la categoría, no aparecen por ningún lado las características individuales de cada uno. Con la experiencia te das cuenta de que los hay más pesados, más manejables, más rápidos… pero no saberlo de entrada provoca que haya que repetir muchas veces las carreras hasta se encuentra el que viene mejor. Y claro, la propia dificultad que te impide avanzar, alarga muchas horas el juego, con lo que se necesitan sus cerca de 20 horas para completarlo.



MotorStorm Pacific Rift es un juego arcade de rally brutal, y bastante infravalorado en general, porque demuestra mucha más calidad y trabajo detrás que muchos otros del género. Realmente no sabría decir si es mejor que el primer MotorStorm, porque se complementan, al variar tanto los circuitos y la estética. Por otra parte es cierto que incluye cosas que el otro no tenía, como el multijugador o el elemento del agua (que es un puntazo), pero también le faltan cosas muy características del otro, como rutas más diferenciadas para cada tipo de vehículo por los circuitos.

Como curiosidades, gasta mucha batería del mando, por la constante vibración que simula los baches; usa el sensor de movimiento del mando y puedes jugar como a los juegos de la Wii; y por último, también añade como novedad un modo fotografía, con el que se hizo un concurso de instantáneas añadido tras la última actualización.


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